A
estas alturas, todas
sabemos que no hay mejor alimento para un bebé que la leche materna.
Sin embargo, no siempre es sencillo llevar a cabo la lactancia materna y mucho menos...
¡con este calor!
Después
de 17 meses de lactancia materna con Nico, me sentía toda una
experta... así que cuando nació Valeria, un 19 de Junio en plena
ola de calor, no pensé que pudiera tener complicaciones.
La
realidad es que cuando damos el pecho a nuestro bebé en verano, éste
se mantendrá literalmente “pegado” a nosotras. Y frente al
aumento de la temperatura corporal de ambos, es normal que se muestre
incómodo e irritable. Así mismo, si en condiciones normales a veces
la lactancia materna resulta complicada, durante el verano, cuando el
calor aprieta, la situación puede resultar mucho peor.
Problemas más frecuentes de la lactancia materna en verano
Mi experiencia personal
Al
darle el pecho a Valeria, parecía que todo iba bien... hasta que a
las 3 semanas, cuando ya creía que la leche se estaba autoregulando,
Valeria empezó a tomar el pecho cada 15 minutos, apenas un ratito, hasta que se quedaba
dormida... ¡El calor era insoportable!
Nos
fuimos de vacaciones a la costa, y se me olvidó mi maravilloso
sacaleches Medela (con Nico lo usé mucho, tanto que fabricaba más
leche de la cuenta).
Valeria
mamaba muchas veces al día, pero con el calor, se quedaba dormida,
no completaba las tomas y no me vaciaba el pecho. Empezó a dolerme, y me hice la valiente... Los días pasaban y aquello, en
lugar de remitir... ¡iba a más!
Fue
entonces cuando decidí llamar a una asesora de lactancia, que me
dijo literlamente: “ponte a cuatro patas y tumba a la niña en
la cama, vete girando...”
Y
aquello sí, pero no… me dijo que me diera frío y calor en la
ducha… pero tampoco funcionó. Y la propia asesora de lactancia me
dijo: ¡ve al médico, pero ya!
Cuando
fui, con todo colapsado, tuve que esperar 4 horas de cola en un
médico abarrotado de guiris achicharrados. Me dieron antibiótico, y
una semana después eso estaba peor… Me salió un bulto encima del
pezón. Que Valeria mamara me aliviaba… y por fin, llegó mi
sacaleches. Tras horas y horas de extracción, había llenado un
montón de botes de leche, pero... ¡el bulto seguía ahí!
Me
llevaron al hospital directamente y cuando me vieron, los médicos me
dijeron que fuera al día siguiente en ayunas para hacerme un
drenaje.
No
os podéis imaginar el dolor, la fiebre, la tiritona... las mejores
vacaciones de la historia, ¡para no olvidar!. De todos modos, lo mejor
estaba aún por llegar.
Después de una noche horrible de dolor, me
hicieron una ecografía en la mama y me dijeron que no podían drenar, que
tenían que operar porque el absceso mamario, que tenía como una
pelota de tenis, se me había encapsulado y tenían que abrir.
El
médico que me atendió y posteriormente me operó, lo primero que me
preguntó fue: ¿quieres seguir dando el pecho? (ole y ole por esos
médicos que te preguntan, te asesoran y te dan opciones). Me explicó
que podía continuar dándole el pecho a Valeria, pero que las
primeras 24 horas tendría que darle biberón porque tenía que
expulsar la anestesia.
Después
de 3 horas de quirófano, con mi marido asustadito con Valeria sin
saber que darle de comer a la pobrecita, me explicaron que tenía una
gran infección... Y a partir de aquí, que en 24 horas ya podría
dar el pecho bueno. No el malo, porque me lo habían dejado
abierto. Así fue como después de 3 días de hospitalización, me
acostumbré a lactar con un solo pecho durante 10 días, a ir a curas
diarias durante casi 2 meses, y lo mejor es que, pese a todo, pudimos
relactar.
Esto
es simplemente una experiencia... mi experiencia personal, pero es
bastante habitual que muchas mamás sufran algunos problemas. Por
ello, hoy nos centramos en las mastitis y en los abscesos mamarios.
Mastitis y abscesos mamarios
Literalmente,
una mastitis es una inflamación de la mama que puede estar o no
causada por una infección, pero muchos hablan de mastitis para
referirse a diversas patologías con diferente sintomatología.
Lo
primero que notarás es que uno de tus pechos está inflamado,
enrojecido, dolorido, duro y especialmente caliente. A pesar de que
suele ser común durante el primer mes tras el nacimiento del bebé,
una mastitis puede aparecer en cualquier fase de la lactancia.
Es
muy probable que también sientas escalofríos, cansancio y fiebre,
como si lo que estuvieras padeciendo fuera una gripe.
La
mastitis puede surgir como consecuencia de otras problemáticas
previas, como una obstrucción en los conductos de la leche, o por
una acumulación de leche (congestión mamaria), que podrían
evolucionar hacia una infección más grave.
En
este sentido, debes saber que la leche materna contiene muchos tipos
de bacterias que forman parte de la propia inmunidad. A veces sucede
que estas cepas crecen en exceso provocando una infección
bacteriana. Éste suele ser el inicio de cualquier mastitis.
Aunque
suene fácil y para nada lo sea... te dirán que a pesar de la
infección, debes seguir dando el pecho a tu bebé. Si no lo haces,
tu mastitis podría desencadenar en un absceso mamario, ya que es la
retención de leche lo que hace subir la fiebre. Con la mastitis, la
leche se vuelve algo salada y es posible que el bebé la rechace. Si
es tu caso, recurre a un sacaleches.
Existe
un pequeño porcentaje de casos de mastitis, en los que se forman
abscesos mamarios. Esto sucede cuando el tejido mamario reacciona
aislando las bacterias en una cápsula de tejido conjuntivo. Es
decir, la mayor parte de abscesos se originan a partir de casos de
mastitis infecciosas que no han recibido un adecuado tratamiento o
éste se ha administrado tarde.
Tendrás
el pecho duro, y la piel roja y brillante. Es posible que tengas
menos fiebre y, aunque en general te sientes un poco mejor, el dolor
en el pecho es mayor.
¿Y
la solución? Pues lo más común es una intervención quirúrgica,
en la que te abrirán y te colocarán un drenaje que deberás llevar
durante varios días. Lo “peor” de todo, es que te insistirán de
la importancia que tiene que el niño/a tome el pecho, porque si se
retiene leche... ¡la situación empeora!
Nuestra
recomendación es que ante cualquier síntoma de que algo no “anda
bien”, contactes con tu matrona o con un especialista, para que te
indique cuál es la solución a tu problema. Recuerda:
-
Ir al médico ante el primer síntoma de mastitis
-
Tener un sacaleches a mano
-
Intentar que las tomas sean lo más largas posibles para que
“vacíe bien el pecho”
-
Si tu bebé te pide mamar cada 15 min, pide a tu pareja, o
algún familiar que pasee con el bebé sin ti, para intentar espaciar
las tomas.
-
Si el médico que te atiende no te da opciones, cambia de
médico.
-
Se puede dar el pecho con antibiótico.
-
Pide ayuda a una asesora de lactancia y si te dice que vayas
al médico... ¡Hazle caso!
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